En un marco incomparable en la playa de Copacabana, Madonna nos hizo bailar y emocionarnos durante dos horas y diez minutos.
Desde una electrizante coreografía de Vogue junto a su hija Estere y la diva brasileña Anitta, hasta momentos inolvidables junto a la talentosa drag queen Pabllo Vittar, Madonna nos mostró su versatilidad y complicidad con los artistas de Brasil.
Con una espectacular puesta en escena que incluyó un vestido en los colores de la bandera brasileña y una multitudinaria batucada, nos transportó a un mundo de magia y energía pura.
Para muchos de los asistentes, este concierto fue mucho más que un espectáculo musical. Fue una experiencia personal e inolvidable, especialmente para la comunidad LGBT, que siempre ha encontrado en Madonna un símbolo de libertad y aceptación.